
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos fueron un crimen contra la humanidad. Desde entonces, Estados Unidos ha cometido a su vez graves violaciones de derechos humanos en nombre de la lucha contra el terrorismo.
Se ha secuestrado a sospechosos y se los ha trasladado en secreto a centros estadounidenses no revelados o a la custodia a territorio de otros gobiernos donde han sido sometidos a tortura.
Se ha sometido a personas a desaparición forzada. De algunas sigue sin saberse nada.
Se ha recluido de forma extralegal en el centro de detención de la Bahía de Guantánamo a centenares de personas en condiciones que constituyen trato cruel, inhumano y degradante.
Autoridades estadounidenses han reconocido de hecho que su país ha utilizado la tortura y otros malos tratos y que se reservan el derecho de volver a hacerlo.
La respuesta del gobierno de Estados Unidos a las denuncias públicas de estas violaciones de derechos humanos ha sido claramente inapropiada, y lo peor de todo es que su reacción ha servido para ayudar a que los perpetradores quedasen impunes por crímenes contra el derecho internacional.
El presidente electo Barack Obama debe tomar medidas inmediatas tras asumir el cargo para poner fin a estas agresiones contra los derechos humanos.
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